sábado, 25 de julio de 2009

Anne Sexton (1928-1974): Fantasías Suicidas


Poetisa estadounidense galardonada con el Pulitzer en 1967 por su tercer libro de poesía, Vida o Muerte.
La poesía de Anne expone los fantasmas de la autodestrucción, expresando de manera descarnada aquella intimidad corporal y sentimental características de su femineidad, que la obligó a hablar de sí misma, con su propia voz, utilizando a la mujer como tópico central en su poesía, autodescubriéndose a sí misma.
En 1957 conoció a Sylvia Plath en un taller de poesía. Ejercieron ambas una gran influencia en la otra.
Anne Sexton es catalogada como una “poeta confesional” porque ofrece en sus escritos una mirada íntima de la angustia emocional que caracterizó su vida. Su poesía refleja una sensibilidad extrema que rechaza la complacencia o aceptación resignada de las normas vigentes, a través de temas como el incesto y el adulterio.
La larga lucha contra sí misma en centros psiquiátricos, y el pasar incesante del tiempo terminó por mellar la delicada salud mental de Anne. Y un día, después de haber almorzado con su mejor amiga, fue hasta el garaje, encendió el motor de su auto y se suicidó envenenándose con el monóxido de carbono.




Deseando morir
Ahora que lo preguntas, la mayor parte de los días no consigo recordar. Camino vestida, sin marcas de ese viaje. Luego la casi innombrable lascivia regresa. Ni siquiera entonces tengo nada contra la vida. Conozco bien las hojas de hierba que mencionas, los muebles que has puesto al sol. Pero los suicidas poseen un lenguaje especial. Al igual que carpinteros, quieren saber qué herramientas. Nunca preguntan por qué construir. En dos ocasiones me he expresado con tanta sencillez, he poseído al enemigo, comido al enemigo, he aceptado su destreza, su magia. De este modo, grave y pensativa, más tibia que el aceite o el agua, he descansado, babeando por el agujero de mi boca. No se me ocurrió exponer mi cuerpo a la aguja. Ni siquiera estaban la córnea y la orina sobrante. Los suicidas ya han traicionado el cuerpo. Nacidos sin vida, no siempre mueren, pero deslumbrados, no pueden olvidar una droga tan dulceque incluso los niños mirarían con una sonrisa.¡Empujar toda esa vida bajo tu lengua!que, por sí misma, se convierte en una pasión. Es la muerte un hueso triste, lleno de golpes, se diría, y a pesar de todo ella me espera, año tras año para reparar delicadamente una vieja herida, para liberar mi aliento de su prisión dañina. Balanceándose, así se encuentran a veces los suicidas, rabiosos ante el fruto, una luna inflada, abandonando el pan que confundieron con un beso, dejando la página del libro abierta al azar, algo sin decir, el teléfono descolgado y el amor, lo que quiera que haya sido, una infección.